La semana pasada dedicamos este espacio a comentar algunos datos del estudio Comparative Indicators of Education in the United States and Other G-8 Countries: 2002. Dejamos pendientes dos temas relevantes: la distribución de la matrícula superior en los países de mayor poderío económico y el valor económico que implica para los graduados el título universitario, asuntos de los que también se ocupa el documento.
Sobre el primero de estos temas, el informe considera la proporción de titulados del área científica con respecto al total de titulados en todas las carreras en un año determinado, 1999 para el caso. El área científica incluye las carreras asociadas a computación, ciencias de la vida, ciencias físicas, y matemáticas y otras disciplinas científicas. Los paises del grupo de los ocho más destacados en esta materia son Inglaterra y Francia, con proporciones de 16 y 15 por ciento de su matrícula de licenciatura en el área científica; siguen Alemania, Canadá y EU, los primeros dos con 12 por ciento y el segundo con 11 por ciento. Por último Italia y Japón con proporciones de nueve y siete por ciento respectivamente. Como una comparación, la proporción de estudiantes mexicanos en esas disciplinas no llegaba a cinco por ciento en esa fecha y en los últimos años ha continuado una tendencia de retracción proporcional, excepto en el campo de las disciplinas de informática y computación.
También es interesante el indicador que consigna la supremacía numérica del área de ciencias sociales, administración y derecho en el conjunto de la matrícula de estudios profesionales. Es un fenómeno mundial que se expresa, entre otros datos, en la proporción de 35 por ciento relativa al contexto de la OCDE. En el Grupo de los Ocho son identificables tres situaciones, la de los países cuya matrícula en el área es inferior al 30 por ciento del total, Alemania (26.7) y Reino Unido (29.5); la de aquellos cuya proporción ronda el promedio de la OCDE, Francia (37.7), Japón (37.5), Italia (37.0) y Canadá (39.8) y, por último, el caso de EU que se aparta de la tendencia general con una proporción de 44.2 por ciento del total. En México, el porcentaje comparativo para la fecha era de 46.9 por ciento.
Además, es otro fenómeno mundial la tendencia al decaimiento del área que concentra las tecnologías asociadas a la manufactura y la construcción. En países que antes fueron líderes en este campo, la matrícula profesional al presente es relativamente marginal. Tal son los casos de EU, en que la población escolar del área alcanza apenas un 6.9 por ciento del total, de Canadá con una proporción de 8.2 por ciento, y de Francia con 12 por ciento. Estos país están por debajo del promedio de OCDE en el rubro (13.8 por ciento). En cambio, en Japón y Alemania la matrícula en áreas de tecnología “dura” sigue siendo significativa, con proporciones de 21.4 y 20.0 por ciento respectivamente. En México, la proporción comparativa era de 13.7 por ciento hacia la misma fecha (1999).
Los datos que relacionan la escolaridad alcanza con la participación de la población en la fuerza laboral y con los salarios expresan un fenómeno de gran interés. Con respecto a lo primero, que se describe mediante el dato de desempleo por nivel escolar alcanzado, la tendencia en el conjunto de los países desarrollados es que a mayor escolaridad menor desempleo. El indicador se refiere a la población que en 1999 tenía entre 25 y 64 años y consigna los siguientes datos: En EU la proporción de desempleados profesionales era 3.5 por ciento, mientras que la de desempleados con escolaridad básica de ocho por ciento. En Canadá, cuatro por ciento de desempleo profesional contra 10.5 por ciento en la población con estudios básicos. En los países europeos del G-8 se repite el mismo fenómeno aunque con proporciones distintas. En Francia, Alemania e Italia alrededor de cinco por ciento de los profesionales estaban desempleados, contra un 15 por ciento de la población con escolaridad inferior a la secundaria. En el Reino Unido, 2.5 de desempleo profesional y 7.5 de desempleo en población con escolaridad básica.
Contrasta con la pauta descrita la situación que prevalece en México, que es exactamente inversa: a mayor escolaridad alcanzada mayor la tasa de desempleo. El dato del año 2000 era el siguiente: entre los profesionales, el desempleo abierto duplicaba la tasa correspondiente a la población con estudios inferiores al nivel de secundaria; para los primeros una propoción de 3. por ciento y, para los segundos, de 1.5 por ciento. Como se sabe, en México la tasa de desempleo abierto siempre es inferior a la correspondiente a los países desarrollados dada la ausencia de opciones de ingreso para lo población desempleada. Como también se sabe, en fechas recientes la tendencia al desempleo se ha agudizado manteniendo la pauta ya observada.
Por último, en la relación entre escolaridad y salarios, es muy notable la confirmación del patrón que indica que la culminación de los estudios superiores continúa siendo, en el contexto de los países desarrollados, una ventaja fundamental en los salarios personales. El indicador que en el documento expesa esta tendencia es la diferencia salarial entre la población que terminó su educación media superior y la que obtuvo al menos el título de licenciatura. Así, en EU, los profesionales alcanzan en promedio un 80 por ciento más que los trabajadores con escolaridad de bachillerato, en el Reino Unido 71 por ciento, en Francia 69 por ciento, en Alemania 57 por ciento y en Canadá 52 por ciento.
En resumen, lo que estos datos indican es que, a pesar de la continuada expansión de la matrícula de estudios superiores en los países desarrollados, y no obstante las tendencias de concentración de la matrícula en áreas profesionales asociadas a los servicios, la educación universitaria ha logrado mantenerse como un canal importante de movilidad económica, esto es como una plataforma confiable para la obtención de un empleo formal bien remunerado. En cambio, en los países menos desarrollados, como es el caso de México, esta pauta pareciera haber entrado en cuestión. El tema es complejo porque combina condiciones estructurales y de coyuntura, por ello volveremos a él más adelante.