Acaba de ser publicado por la ANUIES el título La satisfacción laboral de los académicos en una universidad estatal pública. La realidad institucional bajo la lente del profesorado, de Jesús Francisco Galaz Fontes, académico de la Universidad Autónoma de Baja California. El estudio de Galaz obtuvo una mención especial en el concurso de la Asociación que premia a las mejores tesis doctorales de cada año, el cual, dicho sea de paso, ha dado lugar a la publicación oportuna de trabajos mur relevantes en el campo de los estudios sobre la educación superior en México.
El propósito de la investigación de nuestro autor consistió en determinar el grado de satisfacción que declaran los académicos de la UABC con su trabajo, considerado de manera global, y en cada una de las facetas que lo inegran. El interés del estudio consiste, además, en conocer de qué manera las recientes modificaciones de las prácticas laborales en la academia se reflejan en la percepción subjetiva de sus principales destinatarios: los profesores e investigadores universitarios.
Tras una revisión exahustiva de la producción bibliográfica sobre el tema en México y el mundo, Galaz informa sobre el método del estudio, básicamente una encuesta de opinión sobre las condiciones laborales en la academia dado un conjunto de variables que incluye datos demográficos e indicadores puntuales sobre sus actividades, trayectoria y producción académica. La encuesta fue aplicada al cuarenta por ciento de los académicos de la UABC en todos sus campus e integró una muestra superior a mil individuos.
El reporte de resultados integra una gran cantidad de datos y relaciones pero, en suma, los resultados centrales de la indagación muestran que, para el subconjunto de profesores, los principales factores de satisfacción son tres: la oportunidad de desarrollar sus propias ideas, las condiciones de trabajo para la docencia, y la forma en que se administra su unidad académica. Con menor importancia aparecen otros factores de satisfacción: la opinión de los maestros sobre sus cursos, el tiempo que pueden dedicar a la investigación y, en un rango negativo, el timpo que dedican a tareas administrativas.
En cambio, en el subconjunto de los investigadores, las variables que implican satisfacción académica son distintas. En orden de importancia: la reputación académica de la institución, “la importancia asignada a la opinión de los estudiantes en la determinación del prestigio académico”, y la colaboración con colegas. Motivo de insatisfacción entre los académicos está, por una parte, “la importancia ideal asignada a las publicaciones en la determinación del prestigio académico” y, por otra, “la proporción del ingreso procedente de trabajos no académicos” (pág. 204).
Al definir un indicador general de “satisfacción académica”, Galaz encuentra que el contexto laboral inmediato es significativo, de manera que los académicos que trabajan en institutos están más satisfechos que sus colegas de facultades o escuelas. También encuentra una gama diferencial de condiciones como resultado de la trayectoria académica y la percepción de las condiciones de trabajo en función de la posición ocupada en cada caso. Como era de esperarse, los académicos que han alcanzado niveles superiores de nombramiento y que satisfacen los requisitos formales de curriculum y trayectoria de su plaza, muestran un mayor grado de satisfacción académica que sus colegas en otras situaciones, asimismo se observa un alto grado de ajuste y concordancia entre la vocación académica cumplida (preferencia por la docencia o la investigación) y el grado de satisfacción alcanzado (págs. 248-253).
Aparte de las implicaciones que para el campo de estudios sobre el trabajo académico tienen los hallazgos de Galaz, resultan de gran interés y se aprecian como muy generalizables las recomendaciones prácticas con que concluye su trabajo. A saber: 1) Mejorar la comunicación interna dentro de la universidad; 2) Mejorar los sistemas institucionales de información relacionados con los académicos; 3) Implementar un sistema de estudios organizacionales; 4) Llevar a cabo un estudio nacional de plantas académicas; 5) Mejorar los procedimientos de contratación de académicos; 6) Preparar un programa de integración para los nuevos académicos; 7) Implementar un programa institucional para los académicos con doctorado; 8) Establecer un programa de desarrollo profesional comprensivo para los académcios; 9) Mejorar las condiciones de trabajo; 10) Poner en marcha un programa para fomentar las actividades colegiadas; 11) Diseñar un programa para fomentar la participación de la planta académica en las decisiones institucionales; 12) Instaurar un programa de investigación institucional sobre los académicos.
En conjunto, las recomendaciones del autor hacen notar la importancia de investigar y reflexionar acerca de los efectos de las políticas de cambio institucional sobre la cultura laboral de la academia. Parece muy oportuno detenerse en esta posibilidad si se quiere que la reforma universitaria alcance condiciones de viabilidad y de estabilidad más allá del horizonte inmediato porque, en última instancia, o la reforma coincide con las necesidades e intereses de sus principales operadores, o bien se condena a la mera expresión de sus propósitos generales.