Información publicada en The Chronicle of Higher Education hace dos semanas indica que la Universidad de Phoenix (UOP) fue autorizada por el gobierno de Chihuahua para instalar centros escolares en los límites de la entidad. Según Todd S. Nelson, gerente del Grupo Apollo, del que depende la UOP, la primera etapa del proyecto consiste en ubicar algunos “centros de aprendizaje” dentro de universidades locales ya existentes (nota de Goldie Blumensky, 9 de septiembre).
Al decir de Nelson, los centros comenzarían a funcionar a principios de 2005 para responder a la demanda de los estudiantes mexicanos que, en la actualidad, se ven “obligados a cruzar la frontera para acudir a los programas de la UOP en Texas o Nuevo México.” El plan implica instalar algunos programas, en inglés, en las mismas especialidades que se ofrecen en EUA. Pero, añade el funcionario, “la idea es expandir el proyecto a otros estados de México para ofrecer un mayor número de opciones en el marco de los planes y programas de las instituciones educativas del grupo.” La conferencia completa, pronunciada el pasado 7 de septiembre, puede escucharse en la página electrónica de Apollo (http://www.apollogrp.edu). Además, como ya informamos en este espacio, Apollo está explorando activamente en México posibilidades de adquisición o alianza con instituciones de educación superior privadas que tengan interés de vender o asociarse a la empresa.
El consorcio Apollo se inició en los años setenta mediante cursos de actualización y diplomados para adultos trabajadores. Al comienzo, la formación combinaba enseñanza a distancia con actividades académicas de tutoría en los denominados “centros de aprendizaje”. El crecimiento de la demanda facilitó la ampliación territorial del esquema, así como su extensión hacia licenciaturas y posgrados. A mediados de los noventa, la Universidad de Phoenix, organización creada para coordinar los centros y campus del modelo, daba servicio a más de 100 mil estudiantes. Al mismo tiempo, la empresa Apollo decidió la adquisición de otras organizaciones también orientadas a la formación de estudiantes de tiempo parcial, para formar un consorcio corporativo. De esta manera, se integraron al grupo el Instinto para el Desarrollo Profesional, el Colegio de Planeación Financiera y la Universidad Western International. Todas las organizaciones que pertenecen al grupo tienen en común ser empresas privadas, por lo cual están clasificadas en EUA en el sector educativo “for-profit”, es decir en el conjunto de instituciones particulares orientadas al lucro.
A finales de los noventa el corporativo tomó la decisión de incursionar en el campo internacional, se establecieron unidades en Puerto Rico y Canadá y se tomó contacto con empresarios del sector en países como Brasil, Chile y México. En la actualidad el corporativo representa la mayor entidad de educación superior privada de Estados Unidos y seguramente una de las principales en el mundo con un total de 240 mil estudiantes en 78 campi y 133 centros de aprendizaje.
La decisión de extender internacionalmente las actividades del consorcio obedece a varios factores. En primer lugar refleja la apreciación del éxito obtenido por su principal competidor en el segmento, Laureate Inc., antes Sylvan Learning Systems, al que nos hemos referido repetidamente en esta columna. En segundo lugar, Apollo toma en cuenta el agotamiento relativo de la opción en territorio estadounidense, así como las importantes perspectivas de capitalización que se abren en el futuro inmediato, en caso que se aprueben las enmiendas al Acta de Educación Superior de EUA que proponen la obtención de créditos y becas a estudiantes de tiempo parcial, y la supresión del “candado” que obliga a las universidades a distancia a respetar una cuota de “presencialidad” en el currículum.
El estrangulamiento del mercado interno, así como las perspectivas de facilitación que se abren en el escenario norteamericano, explican la proyección internacional de los consorcios. Otro parte de la explicación tiene que ver con el movimiento de liberación comercial de los mercados vía los tratados de libre comercio y los mecanismos de la Organización Mundial de Comercio. Lo más importante, sin embargo, radica en las políticas de atracción de inversión extranjera a toda costa en países como el nuestro, así como el progresivo retiro del Estado en la provisión de educación superior.
Así, van de la mano los procesos de privatización y transnacionalización de la educación superior con la evidente desinversión del gasto fiscal en este terreno. ¿Qué mayor estímulo a las empresas de servicios educativos que el gradual retiro del Estado en el financiamiento de instituciones universitarias?
No es de extrañar, en nuestro caso, que gobiernos ideológicamente de derecha sigan políticas neoliberales. Raro sería lo contrario, gobiernos de derecha con políticas sociales claras y coherentes. Sin embargo el costo social y político es suficientemente alto como para que valga la pena insistir en el riesgo de aceptar la privatización de la educación superior, la ciencia y la cultura como una opción de desarrollo.