La cobertura bruta de educación superior se construye a partir de dos datos: la matrícula del ciclo escolar y la población del grupo de edad al que normalmente corresponde el nivel de estudios. En México, lo comentamos la semana pasada, el grupo de edad que se toma en cuenta es el de 19 a 23 años. También señalamos que, en el cálculo del indicador, se considera, para el numerador, la población escolar al cierre del año del ciclo escolar, contra la población a mitad del año consignada en las proyecciones del Consejo Nacional de Población, el Conapo. Por ejemplo, la cobertura de 2010, que utilizaremos en este comentario, divide la matrícula del ciclo escolar 2010-2011 entre la población total del grupo de edad de 19 a 23 años existente en 2010.
El resultado, multiplicado por la constante porcentual, es de 26.9, lo que significa que, en ese año, la matrícula de educación superior (técnico superior universitario, licenciatura universitaria y tecnológica y educación normal) en la modalidad escolarizada, era equivalente a ese porcentaje del grupo de edad. Aquí la palabra clave es “equivalente”.
La tasa bruta de cobertura no es una medida perfecta de inclusión. Su valor no significa que, en el ejemplo que seguimos, el 26.9 por ciento de los jóvenes entre 19 y 23 años estuviera, en 2010, inscrito en programas escolarizados de educación superior. La medida exacta de inclusión corresponde, en cambio, a la denominada tasa neta de cobertura.
Para medir la cobertura neta es indispensable conocer la edad de cada uno de los alumnos que participan en el sistema. Al contar con ese dato, es factible responder a la pregunta ¿cuántos de los jóvenes del intervalo de edad están efectivamente inscritos en los programas escolarizados de las IES del país? Afortunadamente el Formato 911 de la SEP registra esa información, aunque ésta no se incluye en la estadística pública del sistema. No obstante, el Anuario Estadístico de la ANUIES, cuya más reciente edición, la del ciclo 2010-2011, puede ser consultada en línea en el portal de la asociación, contiene el nivel de desagregación requerido para construir el indicador, cuando menos para ese año.
A nivel nacional, la cobertura neta del grupo de edad 19 a 23 años fue de 18.7 por ciento en 2010. Este indicador significa, precisamente, que tal proporción de los jóvenes dentro de la edad referida participaban en la educación superior escolarizada, en el multicitado ciclo escolar. La diferencia entre las tasas bruta y neta es grande, pero no inexplicable.
Ante todo, cuando se considera como referente al grupo 19-23 años se excluyen del cálculo dos subpoblaciones importantes. En primer lugar, la de jóvenes de 17 y 18 años que ya forman parte de la matrícula. Según la estadística para 2010, dentro de la matrícula total hay 52,516 jóvenes de 17 años y 351,856 de 18 años. Sumados representan casi el quince por ciento de la población total del nivel de estudios. En segundo lugar, los jóvenes de 22 y 23 años (o menos en el caso de los programas de técnico superior universitario) que no entran en la contabilidad porque ya terminaron sus estudios en programas de cuatro y aún cinco años de duración. Es decir que la tasa neta, aplicada al intervalo 19 a 23 años, tiende a subestimar la cobertura real del sistema.
¿Por qué entonces se sigue utilizando dicho parámetro de referencia? Tal vez la razón original sea que la tasa bruta del grupo 19-23 años es mayor que la tasa bruta del grupo entre 18 y 22 años. Pero lo cierto es que la diferencia es poco significativa, apenas 0.5 por ciento a nivel nacional. En cambio, la tasa neta del grupo 18-22 es superior, a nivel nacional y en cada entidad federativa, a la tasa neta del intervalo 19-23. En el primer caso es de 20.2 por ciento y en el segundo, como ya se refirió, de 18.7 por ciento.
Lo más importante, y que debiera convencer a los encargados de estadística de la SEP, es que el intervalo de matrícula entre 18 y 22 años es el subconjunto modal, esto es, el que concentra la mayor cantidad de población dentro del sistema. El alumnado de este grupo de edad representa al 76.5 por ciento de la matrícula total, mientras que los estudiantes entre 19 y 23 años sólo el 69.4 por ciento. A la educación superior se ingresa a los 18 años, no a los 19, salvo los nacidos entre el 15 de agosto y el 31 de diciembre.
Cuadro 1.