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Maestros del idioma náhuatl para el Sistema de Bachillerato del GDF
María Herlinda Suárez Zozaya
Campus Milenio Núm 224 [2007-05-17]
 

Los antiguos mexicanos o mexicas llamaban a los grandes maestros tlamatinime, a quienes Fray Bernardino de Sahagún identificó como "sabios o filósofos", porque su actividad se asemejaba a los filósofos clásicos. Entre las varias fuentes que dan cuenta de la existencia de estos sabios, el Códice Matritense revela su imagen ideal y sus características de manera metafórica: "Es camino, guía veraz para otros. Conduce a las personas y a las cosas, es guía en los negocios humanos... es cuidadoso (como un médico) y guarda la tradición. Suya es la sabiduría trasmitida, él la enseña, sigue la verdad. Maestro de la verdad, hace sabios los rostros ajenos, hace a los otros tomar una cara (una personalidad), los hace desarrollarla. Les abre los oídos, los ilumina. Es maestro de guías, les da su camino, de él uno depende. Pone un espejo delante de los otros, los hace cuerdos, cuidadosos; hace que en ellos aparezca una cara (una personalidad); se fija en las cosas, regula su camino, dispone y ordena. Aplica su luz sobre el mundo, conoce lo (que está) sobre nosotros (y), la región de los muertos. Su misión principal es humanizar el querer de la gente. Conforta el corazón, remedia, a todos cura."

Los tlamatinime buscaban infundir en el hombre una auténtica raíz. Hoy todavía, en algunas comunidades indígenas de México, existen sabios que conservan este mismo pensamiento. Por ello, el anuncio que hiciera Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del Distrito Federal, acerca de que la lengua náhuatl será impartida de manera obligatoria en las 16 preparatorias del GDF, fue tan bien recibido en Santa Ana TIacotenco, delegación Milpa Alta. Para los maestros nahuas, que forman y trabajan en la Academia de la Lengua Náhuatl, la enseñanza de su lengua a los jóvenes representa la posibilidad de que los mexicanos residentes en la capital del país fortalezcan sus raíces. Sin embargo, les preocupa quiénes serán los maestros.

La preocupación de los maestros de la academia se debe a que las fuentes de la cultura azteca-mexica dan cuenta de la existencia del amo cualli tlamatini o "sabio no bueno". Del falso sabio se dice que: "dizque sabe... suya es la vanidad. Dificulta las cosas... ladrón público, toma las cosas. Hechicero que hace volver el rostro, extravía a la gente, hace perder a los otros el rostro. Encubre las cosas, las hace difíciles... hace perecer a la gente, misteriosamente acaba con todo."

No se necesita conocer las fuentes de la cultura náhuatl para saber que hay malos maestros, no tanto por "maldad" como por calidad. Éste es un problema generalizado en todas las culturas. Sin embargo, la preocupación de los nahuas ante el anuncio de Ebrard es de enorme valía y debe ser tomada a manera de alerta, porque enseñar el idioma náhuatI a los jóvenes mexicanos es una tarea muy importante que se muestra compleja.

Dicen los maestros adscritos a la Academia de la Lengua Náhuatl que en el calmecac lo que se enseñaba era el náhuatl clásico, que se distingue de otros tipos de náhuatl por ser metafórico, reverencial, aglutinante y redundante. Muchos de los nahuahablantes de hoy desconocen estas formas que son las bases del fluir de la belleza, la elegancia y la retórica tan características de la alta cultura azteca-mexica. Otro de los errores frecuentes consiste en no tomar en cuenta la forma de pensar e interpretar la cosmovisión de la cultura antigua y, desde luego, la construcción sintáctica de palabras y frases. Muchos escriben hablan y forman la sintaxis como piensan, hablan y escriben en castellano.

Contar con maestros de náhuatl con conocimientos y técnicas para enseñar este idioma y con la sabiduría de la cosmovisión de la cultura, resulta un tema central que tiene que abordarse ahora que el Gobierno del DF ha anunciado que fortalecerá las raíces y las identidades de los jóvenes de la capital del país enseñándoles náhuatl. Las personas que han de ser los maestros tendrán que formarse a manera de tlamatinime, pues es un hecho que muchos de los jóvenes de hoy asocian el náhuatl con pobreza y exclusión, por lo que no tienen interés en aprenderlo, sino que incluso muchos quisieran huir de él.

Ardua y loable labor es la que les espera a los maestros de náhuatl en las preparatorias. Su misión es la de entregar a los jóvenes del DF la riqueza del legado que dejaron los azteca-mexicas. El cumplimiento cabal de esta misión exige formación, más allá de saber hablar náhuatl.


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