Llegó el nuevo milenio y con él un cambio de rumbo en el escenario político nacional. El 2 de julio de 2000 fue electo Vicente Fox Quezada, representante de la fórmula PAN-PVEM, y la misma agrupación alcanzó en el Congreso mayoría relativa: 42.5 por ciento en la de diputados y 38.2 por ciento en el senado. La victoria de la oposición se presentía desde los comicios de 1997, cuando por primera vez el PRI perdió su mayoría absoluta en la Cámara de Diputados. Sin embargo, el resultado no dejó de ser sorpresivo luego de siete décadas del predominio casi total del Revolucionario Institucional en las esferas del poder público.
Durante su campaña Vicente Fox estableció un decálogo de compromisos en caso de ser electo. En materia educativa enunciaba dos: mantener el carácter laico de la educación pública, y que “la educación sea prioritaria y se garantice el aumento sustantivo de los recursos a la educación y la investigación, el combate efectivo al rezago educativo, así como el incremento en el promedio de escolaridad y de la calidad educativa de los mexicanos” (compromisos primero y sexto de la campaña, 30 de mayo del 2000). De las propuestas concretas para el campo educativo destacaban dos: implantar un amplio sistema de becas para subsidiar a estudiantes de escasos recursos en los niveles de educación media superior y superior, y aprovechar las tecnologías digitales de información y comunicación para mejorar la oferta escolar en términos de cantidad y calidad.
Una vez electo, Fox tomó la opción de encargar a grupos especializados la elaboración de propuestas técnicas que sirvieran de base para la integración de los programas sectoriales que se integrarían al Plan Nacional de Desarrollo (PND). También tomó la decisión de encargar los trazos generales del PND a especialistas de distintas áreas y disciplinas, varios de ellos reclutados por los head-hunters que apoyaron la integración de los grupos de trabajo del presidente electo.
En ese marco se designó al entonces director general del ITESM, Rafael Rangel Sostmann, para que coordinara el equipo de colaboradores encargado del diseño de propuestas de políticas educativas para el sexenio. En el denominado “equipo de transición del presidente electo para el área educativa” participaron una docena de especialistas, varios de ellos académicos de reconocida trayectoria en investigación educativa, y el resto más bien expertos en planeación y gestión de instituciones educativas públicas o privadas. El resultado de su trabajo se plasmó en el documento titulado “Bases para el Programa Sectorial de Educación 2001-2006”, que sería tomado como importante referencia, aunque no exclusiva, en la integración del programa educativo del sexenio.
Tal y como aclara Felipe Martínez Rizo, para la confección del programa sectorial, elaborado en el primer semestre de 2001, se tomó en cuenta, además de las aportaciones de las “Bases”, los diagnósticos y propuestas elaboradas por las distintas áreas de trabajo de la SEP, así como las recomendaciones elaboradas por el SNTE para los niveles de educación básica y el sistema de normales públicas (véase Felipe Martínez Rizo, “Las políticas educativas mexicanas antes y después de 2001”, Revista Iberoamericana de Educación, núm. 27, 2001).
¿Cuáles fueron las principales novedades de la política educativa del sexenio? La primera, el subprograma “Educación para la vida y el trabajo”, que venía a sustituir al modelo de educación de adultos desarrollado hasta entonces. Surgió con metas muy ambiciosas (reducir significativamente el analfabetismo y el rezago escolar) y con un enfoque que enfatizaba el potencial educativo de las tecnologías digitales. Para educación básica se proponía la Reforma de la Educación Secundaria (RES), así como la articulación curricular de los tres niveles: preescolar, primaria y secundaria. Se proponía también la elaboración de un diagnóstico completo de la problemática de la educación media superior para derivar del mismo una propuesta de reforma integral.
No podía faltar la propuesta del sistema de becas, que tomó la forma de un Programa Nacional de Becas y Financiamiento para Educación Superior (Pronabes), así como el fortalecimiento de los programas los compensatorios para educación básica, y la creación del programa Oportunidades, en 2002, en reemplazo del anterior Progresa, que habría de incluir un componente educativo para apoyar las oportunidades educativas de la población más vulnerable.
Uno de los programas en que la administración Fox depositó mayor confianza como seña de propósitos de renovación fue el denominado Enciclomedia, a través del cual se buscaba aprovechar tecnología y materiales digitales (computadoras y pizarrones electrónicos) que apoyaran el trabajo del maestro y motivaran el aprendizaje de niños y jóvenes. Tras varios años de preparación Enciclomedia inició en 2004, y de entonces hasta el fin del sexenio tuvo un importante respaldo presupuestal.
A las propuestas indicadas cabe añadir las correspondientes a la gobernanza del sistema. Al respecto se decidió la integración de tres órganos colegiados: el consejo nacional de autoridades educativas, el consejo nacional de especialistas, y la reestructura del consejo nacional de participación social. El primero fue autorizado hasta el final del sexenio, el segundo se integró hacia 2004 apenas logró trascender el sexenio de Fox, mientras que el Conapase, a pesar de las intenciones de reforma, conservó su estructura hasta el final de la administración.