El pasado 17 de septiembre la Comisión Organizadora del Congreso Nacional Politécnico (COCNP) aprobó sus reglas de operación para organizar el trabajo de este cuerpo colegiado, electo por las comunidades del IPN, que tiene la misión de formular la forma y contenido de dicho congreso en todos sus aspectos: agenda, procedimiento parlamentario y reglas para la toma de acuerdos en el evento. De arribar a buen puerto, dicho congreso habrá de constituir un eje fundamental de la transformación de la principal institución tecnológica del país, además de culminar un largo proceso que se inició hace un lustro al calor del movimiento de estudiantes #TodosSomosPolitécnico.
Comentamos hace una semana que una demanda central en las mesas de diálogo en que se convinieron las condiciones para reanudar actividades tras varios meses de huelga estudiantil fue, precisamente, la de llevar a cabo un congreso nacional en que se revisaran y acordaran transformaciones en el régimen de gobierno, la administración y la vida académica institucional. Por varias razones esa exigencia ha sido demorada. Una de ellas, la dificultad de convenir una agenda de muto acuerdo, entre la representación estudiantil y las autoridades del Politécnico, sobre la temática específica del evento; otra la representación de los distintos sectores que integran las comunidades de estudiantes, docentes, personal administrativo y directivo de la institución, los procedimientos de elección correspondientes y la validez de los resultados de la etapa electoral; en fin, las reglas de procedimiento para el debate, la validación de acuerdos, y en su caso la implementación de resolutivos.
La propuesta producida y aceptada consiste en un reglamento con 37 artículos y varios transitorios. Su contenido expresa, en primer lugar, la composición de la Comisión Organizadora; las condiciones bajo las cuales causa baja la condición de delegado ante este órgano (por inasistencia a las sesiones, por petición de más del 50 por ciento del sector que representan, por dejar de ser estudiante del IPN o bien por cambios de adscripción en el caso de los académicos, entre otros aspectos). El reglamento en varios artículos las reglas de funcionamiento, el quórum legal para las sesiones, y la votación requerida para validar acuerdos. También expresa la potestad de dicha Comisión para crear subcomisiones que se encarguen de los diversos aspectos que involucra el proceso conducente al congreso y su efectiva realización. Como un primer paso, se integró la denominada Subcomisión de Proporcionalidad, con el encargo de determinar la proporcionalidad de los sectores que integrarán las subcomisiones.
Hasta la fecha han ocurrido una docena de sesiones de la COCNP, transmitidas en vivo y respaldadas en un canal de YouTube habilitado al efecto. La observación de estas sesiones permite advertir que el camino hacia el Congreso no está exento, cuando menos todavía, de dificultades de orden logístico: los lugares en que habrá sesiones, el calendario de estas, los recursos humanos y de infraestructura que se requieren, entre otros muchos aspectos y detalles. Hasta los que parecen puntos relativamente triviales han sido objeto de amplia discusión.
Pero, también hay que decirlo, se mantiene hasta ahora un clima de compromiso y civilidad en la interlocución. Cuando han aparecido aspectos más delicados, como la opción de incluir en la agenda la discusión del congreso una eventual autonomía politécnica, el debate se ha encendido: es un tema que ciertamente polariza, aunque da la impresión de una mayoría contraria a esta posibilidad. Como ejemplo, alguno de los delegados señaló con el énfasis propio de la convicción que la autonomía es un resabio neoliberal y conservador, que incluirlo en la agenda de transformación politécnica no haría sino arriesgar cualquier posibilidad de un cambio progresista.
También han aparecido, pero aun sin un posicionamiento concreto del cuerpo organizador, demandas surgidas en el momento del conflicto politécnico de 2014, como es la resistencia para incorporar al bachillerato politécnico en reformas curriculares determinadas por la autoridad educativa federal. Igual que se dijo, en su momento, no a la Reforma Integral de la Educación Media Superior, los estudiantes advierten que tampoco hoy cederán ante una imposición gubernamental con un propósito equivalente.
No sobra hacer notar que cinco años de separación del movimiento original impidieron que los representantes estudiantiles que formaron la Asamblea General Politécnica (AGP) consiguieran prevalecer como la fuerza dominante en la discusión y organización del congreso. De hecho, la AGP quedó al margen de la integración de la Comisión Organizadora, lo que puede representar un riesgo en la ruta conducente al congreso y en su posible celebración. Ya se verá. Por ahora vale la pena seguir la pista de estos acontecimientos que, de una manera u otra, habrán de constituir un referente para ponderar las capacidades, posibilidades y la orientación de una transformación interna del Politécnico.
