El 2 de marzo se publicó en la Gaceta UNAM, órgano informativo oficial de la institución, el mensaje que el rector Enrique Graue Wiechers comunicó el 28 de febrero anunciando la implementación de un conjunto de acciones y medidas relacionadas con los temas de desigualdad y violencia de género en que se enmarcan, al menos parcialmente, los conflictos que hoy se viven en la Universidad y que han dado lugar a la suspensión de actividades en número importante de planteles del bachillerato y en facultades de la Ciudad Universitaria.
En su discurso, pronunciado en la Sala Miguel Covarrubias y transmitido por los canales universitarios, el rector reconoció que las medidas legislativas aprobadas previamente por el Consejo Universitario, así como las instancias y programas en la materia emprendidos antes y durante su administración no han sido suficientes, y que para enfrentar la violencia contra las mujeres son indispensables acciones adicionales, de las cuales enumeró las siguientes: integrar unidades de atención a las denuncias en los planteles; establecer una política institucional de debida diligencia; elaborar un Código de Conducta que prevenga la violencia de género; difundir los resultados de una encuesta sobre violencia de género en la UNAM; sistematizar las solicitudes enviadas por los colectivos feministas de la Universidad para diseñar respuestas a ser incorporadas en el Plan de Desarrollo Institucional; identificar y atender espacios problemáticos; reforzar los principales puntos de transporte público, y adecuar el protocolo de actuación en los casos de universitarias asesinadas o desparecidas para su seguimiento.
Además de estas medidas, enfocadas todas a la problemática de la violencia, anunció la creación de una Coordinación para la Igualdad de Género que dependerá directamente de la Rectoría y tendrá a su cargo “diseñar e instrumentar, de manera continua, acciones estratégicas orientadas a la prevención de la violencia de género y lograr la igualdad a partir de los Lineamientos Generales para la Igualdad de Género en la UNAM”. En el mismo acto, el rector Graue dio a conocer que tal Coordinación será encabezada por la doctora Tamara Martínez Ruíz, actual secretaria de la Comisión de Equidad de Género del Consejo Universitario y directora saliente de la Escuela Nacional de Estudios Superiores Morelia.
En el mismo número de la Gaceta se publicó el “Acuerdo por el que se crea la Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM”. En este se precisan los objetivos, funciones y acciones estratégicas encomendados a la nueva dependencia universitaria. Cuatro objetivos que expresan la doble intención de prevenir y combatir la violencia de género, así como transversalizar la perspectiva de género en las funciones académicas. Quince funciones que, básicamente, enuncian las relaciones y vínculos que debe establecer dicha Coordinación con otras estructuras universitarias, además del mandato de acordar con el rector y los órganos colegiados de gobierno, la política institucional en materia de igualdad sustantiva de género.
Las acciones estratégicas, 32 en total, se dividen en cinco bloques: normativo, académico, extensión, vinculación, y difusión y divulgación. El normativo enuncia, en trazos generales, la intención de renovar la legislación universitaria para promover la igualdad y la perspectiva de género, así como para prevenir la violencia. Llama la atención que este bloque de enunciados no establezca una línea de acción directamente orientada a modificar la composición de los órganos colegiados universitarios —de gobierno y gestión académica— ni tampoco una estrategia para hacer equitativa, con perspectiva de género, la integración de los cuerpos directivos correspondientes a la administración universitaria y a las escuelas, facultades, centros e institutos de la Universidad.
En el bloque académico la mayoría de las acciones estratégicas están referidas a la función docente universitaria. En este caso resulta llamativa la omisión de dos aspectos fundamentales: la opción de acciones afirmativas que aseguren igualdad sustantiva en los procesos de acceso estudiantil a los niveles de bachillerato, licenciatura y posgrado, y también la atención a las (múltiples) desigualdades de género en las entidades académicas encargadas de la investigación científica y humanística en la Universidad. Tampoco se aborda, conviene hacerlo notar, el tema de las desiguales condiciones de promoción en las carreras de docencia e investigación del personal académico.
Los tres bloques restantes (extensión, vinculación, y difusión y divulgación) son en cierto modo predecibles: creación de redes, organización de eventos, programas de sensibilización, suscripción de acuerdos y convenios, campañas, expresión en medios de comunicación, entre otras medidas pensadas para la promoción de una cultura de igualdad de género y erradicación de la violencia.
Hubiera sido deseable que la nueva instancia universitaria apuntara sobre los temas críticos de la desigualdad de género en la Universidad, aquellos que comprenden las esferas del gobierno y representación de las y los universitarios, el marco laboral académico y administrativo, así como lo relativo a los procesos de ingreso, trayectoria escolar y titulación de las y los estudiantes de la UNAM. Ojalá que la nueva Coordinación y el resto de las instancias competentes tomen en cuenta estas dimensiones de la problemática.
