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¿Cuántos somos?
Roberto Rodríguez Gómez
Campus Milenio Núm 165 [2006-02-16]
 

¿Cuántos somos? El pasado lunes 13, las autoridades del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática dieron a conocer los primeros resultados del II Conteo de Población 2005. El comunicado de prensa del INEGI aclara que los datos son preliminares, aunque los suponen confiables en virtud de la metodología de muestreo empleada en su integración. Además nos hacen ver que en el ejercio demográfico se "aprovecharon innovaciones tecnológicas y nuevos procedimientos", tales como imágenes satelitales y sistemas de planeación logística automatizados.

El primer dato destacado es, naturalmente, el total de población asentada en el territorio: 103,088,021 personas al 17 de octubre de 2005. El comunicado hace notar que ese total representa un crecimiento demográfico absoluto de 5,604,609 individuos en el último lustro, esto es a partir del año 2000. Detengámonos en estas cifras. Según los resultados definitivos del XII Censo General de Población y Vivienda (2000), elaborado por el propio INEGI, ese año habitaban en México 97,483,412 personas. Al tomar el dato censal como referencia, el incremento de población sería del orden de 5,704,609 habitantes. Hay una discrepancia de exactamente cien mil personas con respecto a lo informado por el INEGI, pero puede ser una equivocación insignificante, tal vez un "error de dedo".

Más complicado es lo que sigue. A principios del actual sexenio, el Consejo Nacional de Población (CONAPO) desarrolló un modelo para la proyección de la población nacional del año 2000 al 2050. El primer paso consistió en la corrección de las cifras censales 2000 porque "la inspección de los resultados del censo revela la imperfecta declaración de la edad y la omisión de personas" (V. Partida, "Proyección de México, de las entidades federativas, de los municipios y de las localidades 2000-2005. Documento metodológico", CONAPO, 2003).

El modelo utilizó datos de fecundidad, mortalidad y migración internacional, originados en encuestas específicas, y dio como resultado un conjunto de series basadas en la corrección demográfica de la población 2000. Según el CONAPO, en 2000 habían 100,569,263 habitantes. La diferencia con el dato censal no es menor, implica un ajuste de más de tres millones de individuos. Si el ajuste de los demógrafos del Consejo de Población es correcto, entronces el resultado dado por el Conteo 2005 implicaría un aumento de población en cinco años del orden de 2.6 millones de personas en lugar de los 5.6 millones ahora declarados por el INEGI.

Si ambas cifras fueran correctas, esto es la estimada por CONAPO para 2000 y la generada por el Conteo 2005, entonces estaríamos en el inesperado caso de una población que crece a un ritmo de medio punto porcentual por año, en lugar del 1.4 de incremento anual pronosticado en el Programa Nacional de Población 2001-2006.

Quizás más tarde los especialistas nos expliquen que el II Conteo adolece defectos de subnumeración semejantes a los del censo 2000, o quizás las proyecciones de población del CONAPO se corrijan en una segunda versión que concilie, en la medida de lo posible, los datos base de las estimaciones. O las dos cosas, o algo intermedio.

Por lo pronto, sin embargo, estamos frente a un posible dilema de indicadores. Por ejemplo, la mayoría de los datos que relacionan el nivel de acceso de la población a los servicios públicos o, dicho en otras palabras, el nivel de "cobertura" de tales servicios con respecto a la población-objetivo a la que están destinados, utilizan las proyecciones CONAPO y no la base censal como tal.

Si los indicadores de cobertura son corregidos a partir de los resultados del Conteo, se encontrará que prácticamente todos los servicios públicos han conseguido atender a una significativamente mayor proporción de la población, simplemente porque hay tres millones de personas menos que las estimadas.

Para ilustrar lo anterior vamos al caso de la educación superior y sus indicadores de cobertura. Se recordará que el V Informe de Gobierno del presidente Fox consideraba que "durante el ciclo 2004-2005 se atendió a una población de 2,384.9 miles de jóvenes (...) Este esfuerzo ha permitido que actualmente se tenga una cobertura de 23.1 por ciento del grupo de población de 19 a 23 años" (V Informe, pág. 13). Como comentamos en este espacio, el dato tenía algo de maña porque incluía, en el volumen de matrícula, un total de 151 mil estudiantes de posgrado, fuera del rango de edad del indicador. Sin la matrícula de posgrado el dato de cobertura sería de 21.7 por ciento.

Pero, si se recalcula la cobertura de educación superior con base en el Conteo, entonces se obtendría un nivel de acceso de más de 24 por ciento con respecto al grupo de edad relevante (19 a 23 años) o de más de 22 por ciento sólo con los inscritos en licenciatura. No está nada mal.

Lo complicado sería explicar entonces cómo la población de jóvenes entre 19 y 23 años habría aumentado en apenas cien mil personas, si se mantiene como referente el indicador poblacional de las proyecciones CONAPO para el 2000. O bien se tendrían que corregir los datos oficiales de cobertura mediante una proyección retrospectiva a partir de los resultados del Conteo. Ya veremos en qué resulta ese problema, por lo pronto habrá que cuidarse de la utilización política de los datos, una seria tentación en los tiempos que corren.


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