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¿Qué esperar de 2021 en el sector educativo?
Roberto Rodríguez Gómez
Campus Milenio Núm. 881, pp. [2020-12-24]
 

A diferencia del año por concluir, en que la inesperada pandemia obligó a improvisar respuestas y soluciones en todos los espacios de la vida pública y privada, para el 2021 se perfilan retos que pueden ser, en alguna medida, identificados y dimensionados. Al tope de las prioridades hay dos muy claros: salud y economía que son, por cierto, desafíos en interacción: uno no se conseguirá resolver si el otro prevalece.

Aunque hay relativo consenso en torno a la identificación de la problemática general, ello no está ocurriendo en terreno del diseño y promoción de alternativas. Uno de los principales dilemas, en el plano económico, radica en si priorizar la reactivación del sector productivo y los servicios a través de incentivos a las industrias y empresas de distinto tamaño, o bien reforzar programas sociales que alivien los efectos de la recesión sobre el empleo y la economía familiar.

Seguramente ambas estrategias son necesarias, pero su equilibrio es complejo: apostar principalmente por fórmulas de subsidio directo a la población a través de fondos públicos requiere incrementar los impuestos o la deuda pública, no hay muchos más instrumentos, y no son obviamente los más atractivos para la activar la inversión privada local o internacional. Del mismo modo, es ilusorio suponer que la dinámica empresarial puede, por sí misma y a corto plazo, remontar los efectos de la crisis sobre el empleo y los ingresos. El dilema es todo menos que sencillo; su complejidad se incrementa en un escenario como el nuestro, en que las decisiones de gobierno y legislativas tendrán que calibrar, necesariamente, sus posibles efectos económicos, políticos y sociales sobre los resultados de las elecciones intermedias.

No menor complejidad reviste el reto de enfrentar la condición sanitaria y de salud generada por la pandemia. Los datos a la vista son adversos desde cualquier ángulo que se les mire y aún con la expectativa de un acceso masivo a vacunas, resulta imperativo reforzar las capacidades de atención del sistema público de salud en todos sus aspectos y con un enfoque de absoluta prioridad. Simultáneamente, se requiere comunicar, sin vacilaciones ni ocurrencias, la generalización de aquellas medidas preventivas que han dado resultados: uso de tapabocas, sana distancia y confinamiento en la medida de lo posible. La implementación de la próxima campaña de vacunación representa, por si misma, un reto monumental que va a desafiar, esperemos que con éxito, las capacidades de organización del gobierno federal y las autoridades locales.

En estas condiciones ¿cómo pinta el horizonte para las actividades educativas? Dicho en breve: especialmente complicado. Varios organismos multilaterales, entre ellos la UNESCO, están recomendando una pronta reactivación escolar presencial para evitar pérdida de aprendizajes y procesos de deserción del sistema, siempre y cuando se tomen medidas que aseguren la protección de niños y maestros. Esta recomendación, que enfatiza el cumplimiento del derecho a la educación y acentúa el riesgo de perder los avances conseguidos, está acompañada de varias propuestas que se juzga indispensable asumir. El documento conjunto de Unesco, Unicef, Banco Mundial y Programa Mundial de Alimentos, titulado “Marco de para la reapertura de las escuelas”, propone tres medidas generales: Primera, prepararse con las políticas, procedimientos y planes de financiación críticos necesarios para mejorar la escolarización, centrándose en las operaciones seguras, incluyendo el fortalecimiento de las prácticas de aprendizaje a distancia. Segunda, adoptar enfoques proactivos para reintegrar a los niños marginados y no escolarizados; invertir en agua, saneamiento e higiene para mitigar los riesgos y centrarse en la educación de recuperación para compensar el tiempo de instrucción perdido. Tercera, monitorear activamente los indicadores de salud, ampliando el enfoque en el bienestar y la protección; fortalecer la pedagogía, adaptar la educación a distancia para la enseñanza y el aprendizaje combinados, incluyendo los conocimientos sobre la transmisión y la prevención de las infecciones.

Por otra parte, en el reporte “Reabrir las escuelas en América Latina y el Caribe. Claves, desafíos y dilemas”, publicado conjuntamente por la oficina regional de la UNESCO y el Banco Interamericano de Desarrollo, se enfatiza la importancia de insistir en el formato presencial, principalmente en el nivel básico educativo, así como reforzar sustancialmente el gasto público sectorial considerando la necesidad de recuperar los aprendizajes perdidos o demorados, apoyar al personal docente y reforzar las infraestructuras escolares. Además, se insiste en el peso estratégico de acciones para proveer a las localidades y entornos escolares del equipamiento y conectividad indispensable para el uso de tecnologías digitales en tanto se consigue recuperar y normalizar la asistencia a las aulas.

¿Qué tan preparados estamos en México para proceder en esa dirección? El gasto público autorizado para educación y actualización docente no es la mejor noticia, desde luego. Tampoco es alentador el escenario de renovar las autoridades de la SEP cuando apenas se ha iniciado la implementación del programa correspondiente. ¿Qué nos espera?, ¿continuidad o cambio de rumbo en la política educativa? Con seguridad los programas de becas continuarán y de ser posible se habrán de reforzar, pero ¿ocurrirá lo mismo con el resto de las propuestas educativas del sexenio?, ¿se mantendrá el esquema de educación a distancia improvisado este año?, finalmente, lo que todo el mundo quiere saber: ¿cuándo reabrirán las escuelas?


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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