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El ranking del Times, la hoguera de las vanidades
Roberto Rodríguez Gómez
Campus Milenio Núm 249 [2007-11-15]
 

Poco duró el encanto. Tras ocupar, en 2005, el lugar 95 en la lista del Times Higher Education Supplement (THES) y de avanzar al 74 en 2006, la UNAM fue a parar hasta el 192 en la última edición del suplemento (9 de noviembre de 2007). Curiosamente, en la primera edición del ranking (2004) la Universidad Nacional fue puesta en el sitio 195. Una trayectoria circular aparentemente inexplicable.

Al igual que en años anteriores, la clasificación se basó en aspectos subjetivos y objetivos. La mitad de los puntos se adjudicó a factores de prestigio: la “opinión de pares” representó 40 por ciento del total, y el punto de vista de “egresados y empleadores” otro 10 por ciento. El resto del puntaje ponderó datos objetivos: la cantidad de citas bibliográficas en revistas indexadas sobre el total de académicos (20 por ciento), la proporción de estudiantes por académico de tiempo completo (20 por ciento), la proporción de estudiantes extranjeros (5 por ciento) y la proporción de académicos extranjeros (5 por ciento). Hasta aquí los criterios de evaluación son los mismos que el año pasado. Veamos las diferencias.

La más significativa fue el uso de valores “Z” (puntajes estandarizados) en lugar de valores proporcionales referidos a la puntuación más alta. El nuevo método otorga puntos a cada institución con base en la calificación promedio de cada variable, lo que al parecer evita las grandes brechas entre puntajes observados en ejercicios previos. Otra diferencia de peso radica en la construcción del indicador de estudiantes por académico. Antes sólo se dividía la matrícula entre el total de académicos, sin distinción entre tiempos completos y parciales. Esta vez se buscó construir un indicador de “académicos de tiempo completo”, que suma al personal en esa situación la cantidad requerida de académicos por horas para integrar individuos de tiempo completo. Por ejemplo, dos académicos de medio tiempo cuentan por uno de tiempo completo.

No menos importante, el cambio de base para el registro de las citas bibliográficas. Hasta el año pasado se utilizó la Thompson-ISI, esta ocasión se optó por la Elsevier-SCOPUS, decisión nada insignificante si se toman en cuenta las diferencias entre ambas. La base SCOPUS fue lanzada en 2004, aunque registra información bibliográfica desde 1964. Mientras que la versión más completa del Thompson-ISI (la Web of Science) sistematiza el contenido de 8 mil 700 revistas académicas, SCOPUS tiene indexadas 14 mil 185. En el primer caso, la compañía decide, mediante evaluación individual, las revistas que se añaden al índice. En cambio, SCOPUS suma publicaciones previamente contenidas en otras bases bibliográficas, cada cual con su propio criterio de aceptación. ISI-Thompson es más selectiva, SCOPUS más extensa.

Ambas, sin embargo, presentan un sesgo definitivo hacia el área angloparlante; 80 por ciento de las revistas en el ISI-Thompson y 83 por ciento en SCOPUS son en inglés. Además el número de revistas de humanidades y artes en SCOPUS es marginal, mientras que del área biomédica están prácticamente todas.

La combinación de los nuevos criterios arrojó ganadores y perdedores. Las más beneficiadas, de lejos, fueron las universidades de Reino Unido, país sede del ranking THES. En 2006 había 15 en la lista de las primeras 100 y en 2007 se agregaron cuatro más, y de las 28 ubicadas entre las primeras doscientas, 23 mejoraron su posición, cinco descendieron y una quedó igual.

Mientras que en 2006, 66 por ciento de las primeras cien eran universidades en países de habla inglesa (Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Canadá, Hong Kong, Singapur, Nueva Zelanda e Irlanda), dicha proporción sumó 77 por ciento en 2007. Aparte de la UNAM, salieron de la lista instituciones de Rusia e India. La explicación del ranking para el primer caso, es que ahora se tomaron por separado las distintas sedes del Instituto Tecnológico, y para Rusia que la Universidad de Moscú disminuyó su presupuesto.

Del área iberoamericana, la Universidad de Barcelona descendió del lugar 190 al 194, la Universidad de San Paulo mejoró del 284 al 175, y la Universidad de Campinas del 448 al 175: un saltito de 273 lugares.



Fuente: The Times Higher Education Supplement, “The Wold´s Top 200 Universities” (9 noviembre 2007)

Decir que un sistema de clasificación es bueno cuando nos favorece es tan inútil como cuestionarlo porque nos perjudica. ¿No será más sensato identificar, en su justa dimensión, las principales fortalezas de las universidades, su impacto social y cultural, su relevancia para el desarrollo nacional, su contribución en la formación de nuevas generaciones, su papel en el debate de los grandes problemas del país, entre otros temas intangibles para los rankings? La otra es ponernos a escribir en inglés, you know what I mean?


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