En el actual debate internacional sobre fuga de cerebros, se está prestando una especial atención al flujo migratorio de personal altamente calificado (highly skilled workers), no sólo ni principalmente al éxodo de científicos. Generalmente se considera en esta categoría a quienes cuentan con alguna formación educativa de tipo superior, es decir que concluyeron el ciclo de enseñanza media, el bachillerato, e ingresaron a alguna institución universitaria o tecnológica. La definición abarca, en consecuencia, desde estudios superiores incompletos hasta los distintos niveles de posgrado.
Se estima grosso modo que un 12.5 por ciento del volumen migratorio mundial (estimado en 200 millones de personas en la actualidad) cuenta con una calificación en el nivel indicado. Esto significa que del total de personas que viven en un país distinto al que nacieron, más o menos 25 millones cuentan con alguna escolaridad terciaria, ya sea que hayan adquirido esa formación en el país de origen o bien que hayan estudiado en el país receptor. Conviene advertir que la proporción de emigrantes altamente calificados prácticamente se duplica al considerar ya no el volumen migratorio total —que suma múltiples generaciones de emigrantes—, sino el flujo migratorio anual reciente.
Distintas bases de datos (OCDE, Banco Mundial y UNESCO) coinciden en estimar el volumen de migrantes mexicanos altamente calificados —en el sentido antes descrito— en torno al millón de personas. Ya vimos, la semana pasada, que esa cifra coincide aproximadamente con la estadística del Buró del Censo estadounidense relativa a la cantidad de personas que nacieron en México, residen en EUA y cuentan con tal escolaridad, sin distinción del status migratorio (naturalizados, migrantes temporales legales o migrantes irregulares).
Veamos cómo se compara este último dato con el panorama internacional sobre la migración altamente calificada. Desde la primera entrega de esta serie se hizo notar que México ocupa la primera posición mundial en cuanto al volumen migratorio total. Los casi doce millones de nacidos en México que viven en el extranjero hacen del país el número uno en lo que se refiere a la “exportación” de personas. Esta posición cae hasta el quinto sitio al considerar la variable de escolarización terciaria.
Sorprendentemente, el primer lugar, en cifras absolutas, lo ocupa el Reino Unido, con más de 1.5 millones de personas altamente calificadas que residen en el exterior. Siguen la lista, en orden de importancia, Filipinas, India, Alemania, China y México (todos en el rango entre 900 mil y 1.2 millones). Aparecen luego Canadá, Italia, Vietnam y Estados Unidos, grupo que promedia el medio millón de emigrantes calificados.
Aunque este conjunto de países es heterogéneo en cuanto al grado de desarrollo económico relativo, el nivel de escolaridad de la población y la participación de la economía respectiva en la llamada “industria del conocimiento” (véase el cuadro anexo), parecen discernirse en medio de la diversidad tres grandes segmentos. El de países altamente industrializados (Reino Unido, Alemania, Canadá, Italia y Estados Unidos), con elevadas tasas de cobertura de educación superior y con una participación protagonista en la economía del conocimiento; países con segmentos económicos competitivos (China e India), altas tasas de crecimiento del PIB e indicadores educativos todavía en transición; y por último países en un nivel de desarrollo inferior en esos aspectos (Filipinas, México y Vietnam).
Ello habla de una lógica compleja en el fenómeno de fuga de cerebros y desaconseja la explicación de que sea el subdesarrollo, como tal, la única explicación de esta dinámica migratoria. Seguiremos explorando el punto la próxima semana.