No es lo mismo 1998 que 2009. En aquel año, la proximidad del cambio de siglo y de milenio alentaba firmes esperanzas de renovación cultural y de superación de problemas tan severos como la desigualdad, la pobreza y la depredación ambiental. Los debates en torno a la globalización, el neoliberalismo, la universalización de la democracia, el despliegue de la economía del conocimiento y la aplicación de las nuevas tecnologías de base digital, concentraban la atención pública en torno a las opciones de desarrollo ante el futuro por venir. A diez años de distancia los temas prevalecen, pero el contexto y el ánimo son totalmente distintos: la incertidumbre por el desenlace de la depresión económica mundial, el nuevo proteccionismo, el desempleo en todos los mercados de trabajo, la irrupción de viejas y nuevas formas de violencia social, entre otros aspectos negativos, han minado el optimismo finisecular.
Tal vez sea por eso que entre la Conferencia Mundial de la Educación Superior organizada por la UNESCO en 1998, y la que bajo el mismo título concluyó la semana pasada, se perciben notables diferencias en cuanto a su alcance, orientación, contenido, y seguramente en su eventual impacto, conceptual y práctico, sobre los sistemas e instituciones de la educación superior.
La Conferencia de 1998 consiguió fijar el trinomio cobertura, calidad y pertinencia como un eje central en la agenda de políticas públicas sectoriales de nivel nacional e internacional, dio visibilidad a problemáticas tales como la discriminación social, racial y de género en la distribución de oportunidades educativas, y enfatizó la responsabilidad del Estado en la tarea de expandir, mejorar y brindar condiciones de desarrollo a las funciones de investigación, docencia y extensión que cumplen las entidades universitarias.
Se sugirieron, asimismo, vías de solución que más tarde serían emprendidas, bajo distintas modalidades, en múltiples sistemas nacionales: evaluación y aseguramiento de la calidad académica, mayor cooperación y movilidad académica, generación de fórmulas para educación abierta y a distancia, diversos apoyos para estudiantes en desventaja, atención a la equidad de género, flexibilización curricular y organizativa, y varias más. Vale la pena hacer notar que si bien no todas las respuestas diseñadas rindieron frutos positivos, el hecho mismo de concertar puntos comunes para emprender la reforma de normas, sistemas e instituciones, tuvo el valor de inspirar una nueva generación de cambios estructurales. Algunos países hicieron mucho, otros menos, pero, en general, el efecto de la Conferencia de 1998 se aprecia en términos positivos.
¿Cuáles son las nuevas propuestas de la edición 2009 en el cónclave universitario de la UNESCO? A juzgar por el contenido del borrador de conclusiones (titulado “Draft Comuniqué”, del 26 de junio de 2009), prácticamente todos los temas abordados hace diez años se volvieron a revisar, se arribó a conclusiones semejantes —en ocasiones idénticas— y se reiteraron propuestas de solución enunciadas hace casi once años. Viene el tema de la educación superior como bien público y derecho ciudadano, el de los beneficios educativos, culturales y económicos que irradia el sistema, el infaltable potencial de las tecnologías informáticas y de telecomunicaciones para expandir la oferta educativa, etcétera. Se subraya, asimismo, la importancia del enfoque multicultural, la cooperación internacional, la solidaridad de los países avanzados con los subdesarrollados, y las precauciones sobre la educación de mala calidad, los proveedores transnacionales enfocados a la ganancia.
¿Qué es entonces lo nuevo? Por una parte, la dedicación focalizada a la problemática de los sistemas universitarios en África al sur del Sahara. Por otra, un llamado para que las instituciones de educación superior, en particular las universidades, tengan una participación más activa en la formación de profesores de enseñanza básica y media. El tema referido a los procesos de “internacionalización, regionalización y globalización” es abordado con cierto detalle, aunque las propuestas en que se concluye son bastante predecibles: apoyar la internacionalización basada en la cooperación, precaverse del comercio transnacional de servicios educativos con fines de lucro.
En el documento citado hay, cuando menos, dos problemas relevantes que son omitidos. Uno es de los procedimientos concretos para hacer frente a la contradicción que existe entre postular el derecho a la educación superior como inalienable, y mantener procesos de selectividad académica que obstaculizan, en los hechos, el acceso de grupos de población mayoritarios. Otro es el tema de la empleabilidad de los egresados universitarios. Sin duda, el problema de las decrecientes oportunidades de inserción laboral de los jóvenes profesionistas es de escala mundial. Pero el borrador de conclusiones no se pronuncia al respecto.
En fin, al borrador de conclusiones debe seguir una versión final (votada por los participantes en la Conferencia) y otros documentos como el plan de acción que proponga la UNESCO. Habrá que aguardarlos para matizar la opinión.