Con motivo del cambio de titular en la Secretaría de Educación del Distrito Federal (SEDF), el jefe de gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard Casaubon, afirmó: “queremos concentrar nuestros esfuerzos en educación media superior, donde ya tenemos programas muy importantes, para lograr que nuestra ciudad lo más pronto posible llegue al promedio de escolaridad de 12 años. Ésa es la meta a lograr” (Milenio, 31/07/09).
A decir verdad, la acción educativa en el DF ha estado más que concentrada en el bachillerato, por lo que un cambio de estrategia difícilmente podría tener el sentido apuntado por el jefe de gobierno. En la gestión de Axel Didriksson al frente de la SEDF se desarrollaron dos nuevos programas. Primero, el Bachillerato a Distancia (BD), que inició en 2007, se estableció en 26 sedes delegacionales (principalmente bibliotecas y centros comunitarios) y ha brindado atención a seis generaciones de estudiantes. El diseño del BD fue apoyado, en su metodología y contenidos, por especialistas de la UNAM.
El segundo programa es el de Estímulos para el Bachillerato Universal (Prebu), también iniciado en 2007, cuyo núcleo es el sistema de becas PrepaSí. Este programa, que ha alcanzado una cobertura de más de 180 mil beneficiarios, beneficia a estudiantes inscritos en cualquier modalidad del bachillerato público del DF, a condición de que radiquen en la entidad, tengan entre 15 y 19 años, no cuenten con otra beca y se comprometan a prestar servicios comunitarios por el equivalente a dos horas semanales. Según el promedio escolar, las becas fluctúan entre 500 y 700 pesos mensuales. Además, se prevén dos bonos adicionales: mil pesos por cada año de estudios concluido, y mil pesos anuales por la adquisición de competencias en tecnología e idiomas. Los recursos del Prebu han sido administrados, a partir de 2008, por el Fideicomiso Educación Garantizada (FEG) y cuentan con recursos por aproximadamente mil 200 millones de pesos al año.
Mario Carrillo Huerta, subsecretario de Educación Media Superior y Superior del DF, al mismo tiempo que director general del FEG, y por tanto encargado del PrepaSí, ha sido mencionado como el más probable sucesor de Didriksson. Quizá cuando esta columna se publique ya haya ocurrido el relevo. De ser así, podría interpretarse como un reconocimiento al éxito del programa y su rentabilidad política. No es poca cosa contar con un sistema de becas para la casi totalidad de los estudiantes del bachillerato público del DF. Ellos, también sus familias, reflejarían el beneficio recibido en las urnas, ¿no es así?
Sin embargo, ampliar, mejorar y garantizar la continuidad del PrepaSí no agota la problemática educativa del bachillerato en el DF. Dos problemas son centrales: la calidad y pertinencia de la formación, y la insuficiencia de la oferta pública universitaria para acoger la demanda de los egresados. Sobre lo primero, la calidad educativa, la SEDF no puede hacer gran cosa. La mayoría de los bachilleratos públicos en el DF son de jurisdicción federal: los bachilleratos de la UNAM (ENP y CCH), los Cecyt del IPN, los tecnológicos de la SEP, los planteles del Colegio de Bachilleres, los Centros de Estudio de Bachillerato, entre otros, procesan las modalidades de su oferta, así como sus procesos de cambio, ya sea en forma autónoma o siguiendo directrices de la SEP.
Por otra parte, las preparatorias del Instituto de Educación Media Superior (IEMS) del GDF no han recibido en los años de la actual administración respaldo suficiente para consolidar a plenitud su desarrollo académico. En el trienio sólo se ha creado una nueva unidad (la "José Revueltas Sánchez", en la delegación Venustiano Carranza) y en las 16 restantes se mantiene la capacidad de atención en la modalidad escolarizada. Aunque ha habido avances tales como la basificación del personal académico, el inicio de una modalidad semipresencial, el comienzo del programa de tutorías y el inicio de la actualización del plan de estudios, lo cierto es que la operación del Prebu, sobre todo en lo que se refiere al monto de recursos invertidos, señala claramente cuál ha sido la prioridad. Un sólo dato: el programa PrepaSí consume el doble de los recursos que el conjunto de las preparatorias del IEMS.
Lo más importante: en el Distrito Federal no hace falta agregar más instituciones o modalidades de enseñanza media superior. Es más, muy probablemente la demanda disminuya en los próximos años por un efecto demográfico (véase la gráfica). Se requiere mejorar cualitativamente las instituciones que existen pero, sobre todo, hace falta crear una nueva universidad pública para brindar horizontes de formación a los egresados del bachillerato. Lo que hay no alcanza y cada año los egresados del bachillerato ven que se reducen sus posibilidades de acceso a alguna de las instituciones públicas de educación superior. Ése es, sin duda, el problema central. Ojalá las nuevas autoridades lo vean.