Como es sabido, Uruguay es el segundo país más pequeño de Sudamérica, con una superficie menor a la de Chihuahua o Sonora. Su población total asciende a poco más de 3 millones de habitantes, de quienes casi la mitad vive en Montevideo, su hermosa capital. Junto con Costa Rica, la República Oriental del Uruguay tiene la distribución del ingreso más equitativa de América Latina y cuenta con el mayor índice de libertad de prensa de Sudamérica. También es el país latinoamericano con el menor índice de percepción de corrupción. Quien esto escribe fue testigo de la austeridad republicana que caracteriza a la coalición política gobernante, al haber compartido —durante el vuelo de Panamá a Montevideo— la conversación y la compañía de un grupo de diputados (entre quienes se encontraba el presidente de la Cámara Baja) que regresaban a la capital uruguaya procedentes de una reunión del Parlamento Latinoamericano. Además, como lo corroboraron las elecciones llevadas a cabo en las dos vueltas de la contienda presidencial, Uruguay es considerado el país más democrático del subcontinente. Es, por otra parte, el mayor exportador de software de América Latina, teniendo también el más alto índice de alfabetización (97.7 por ciento) y uno de los mayores índices de desarrollo humano del continente. Dentro de este contexto está teniendo lugar una de las experiencias más exitosas en el panorama educativo de América Latina. Se trata del “Plan Ceibal”, iniciado en 2007 por el gobierno del presidente Tabaré Vázquez, emanado de la coalición de izquierda denominada Frente Amplio (FA). Como se sabe, esta coalición volvió a triunfar en las elecciones presidenciales del país conosureño, celebradas a fines de noviembre de 2009. Las siglas del plan al que me estoy refiriendo provienen de “Conectividad Educativa de Información Básica para el Aprendizaje en Línea” y toman su nombre del ceibo, el árbol cuya flor es representativa de la nacionalidad uruguaya. La meta del plan era dotar de una computadora a todos los niños y sus maestros en las escuelas públicas del país, la cual se alcanzó en octubre del año pasado. Así, un total de 350 mil niños y 16 mil maestros cuentan desde entonces con una computadora portátil con acceso a internet. El logro de dicha meta tiene importantes implicaciones para la igualdad de oportunidades y la democratización del conocimiento. La idea del Plan Ceibal proviene del proyecto OLPC (One Laptop Per Child), desarrollado originalmente por Nicholas Negroponte, profesor del MIT (Massachusetts Institute of Technology). El profesor Negroponte es también fundador del Laboratorio de Medios de ese instituto e impulsor del proyecto que pretende la producción de computadoras portátiles de bajo costo (100 dólares), a fin de reducir la brecha digital entre los países menos desarrollados. Para la producción y comercialización de las máquinas, el proyecto contó con la participación de varias empresas estadunidenses. Estas computadoras —llamadas XO— utilizan una plataforma GNU/Linux, y una de sus características más novedosas es la manera como pueden generar su propia energía, mediante la utilización de un ingeniosos dispositivo mecánico de tipo manivela. Cuentan, además con un dispositivo de conectividad inalámbrica que les permite conectarse entre ellas y a la internet desde una multitud de puntos de conexión esparcidos por todo el país. Recientemente también se puso a disposición de las familias cuyos hijos asisten a escuelas privadas, las computadoras a un precio de alrededor de 200 dólares.

Pero más allá de la novedad tecnológica, lo sobresaliente del Plan Ceibal es la movilización de una gran parte de la sociedad: autoridades, maestros, estudiantes y padres de familia, para dotar a cada niño y a cada maestro de la computadora. Así, en 2008, la Universidad de la República (U de la R) —la única universidad pública del país— lanzó una iniciativa denominada “Flor del Ceibo”, para apoyar la implementación del Plan Ceibal. El proyecto mencionado cuenta con un espacio virtual, la Plataforma EVA (Entornos Virtuales de Aprendizaje) de la U de la R y el Aula Virtual (plataforma moodle). El Plan Flor del Ceibo cuenta con la participación de estudiantes y profesores universitarios y pretende construir un espacio de formación de carácter interdisciplinario, orientado al trabajo en y con la comunidad. También aspira a contribuir al proceso de alfabetización digital del país, convocando la participación de estudiantes universitarios en pleno ejercicio de su responsabilidad ciudadana, y generar nuevos vínculos entre la academia universitaria y la sociedad uruguaya, propiciando eventuales proyectos de desarrollo y aportando al saber hacer nacional. El proyecto OLPC ha comenzado a implementarse también en otros países latinoamericanos.

Las potencialidades que representa la utilización de la informática en el aprendizaje de nivel básico son insospechadas. Es conmovedor mirar en las entrevistas con los alumnos el entusiasmo por el descubrimiento de lo que pueden hacer con esta herramienta y los proyectos que pretenden emprender con ella. Por el lado de los maestros, algunos hablan del reto que representa sacarle provecho al uso de la computadora en el salón de clases, pero también de su creatividad para establecer actividades que antes eran impensables con sus alumnos. Aunque pudiera parecer que se favorece el individualismo, una de las mayores virtudes del proyecto es la promoción del trabajo en equipo, tanto en los alumnos como en los mentores. Se está llevando a cabo, en este sentido, una infinidad de actividades académicas en el terreno disciplinario y en las más diversas temáticas. En el portal electrónico del Plan Ceibal se tiene un blog en el cual se reportan los proyectos en desarrollo y en el cual también se difunden diversas iniciativas de los maestros. Todo ello está potencializando el desarrollo del aprendizaje de los estudiantes y la capacidad creadora de los docentes. También se temía que, en algunas familias de muy escasos recursos, se presentarían casos en que se tuvieran que vender las computadoras para satisfacer alguna necesidad económica urgente. Pero hasta la fecha esto no ha ocurrido, pues para los niños la XO es como su cuaderno de notas, del cual no quieren prescindir por ningún motivo y los padres de familia lo entienden así. Lo que ocurre en este país conosureño demuestra que es posible —mediante la conjunción de voluntades de todos los actores involucrados— llevar a cabo un proyecto que ha logrado conseguir la igualdad de oportunidades y el acceso al conocimiento de los alumnos y maestros de las escuelas públicas de nivel básico. Es, sin duda, un ejemplo digno de emularse.