Con 51.6 por ciento de los votos emitidos en la segunda vuelta electoral, el candidato de la Coalición por el Cambio, Sebastián Piñera Echenique, logró imponerse en la contienda por la Presidencia de Chile al candidato de la Concertación, Eduardo Frei Ruíz-Tagle. Como se sabe, la Coalición representa a la derecha política chilena, mientras que la Concertación reúne a las fuerzas de la izquierda en ese país.
El triunfo de Piñera es significativo por varias razones. Ante todo, al ser ésta la primera ocasión en que la derecha consigue alcanzar la Presidencia por medio de las urnas. Tras el periodo dictatorial de Augusto Pinochet (1973-1990), la primera magistratura fue ocupada invariablemente por los candidatos de las coaliciones de centro-izquierda: Patricio Aylwin (1990-1994), Eduardo Frei (1994-2000), Ricardo Lagos (2000-2006) y Michelle Bachelet (2006-2010). La reforma constitucional de 2005 sobre la duración del periodo presidencial determinó una extensión de cuatro años en el cargo sin posibilidades de reelección inmediata, aunque se mantuvo la opción de presentarse a las urnas en un lapso posterior.
La derrota de la Concertación, además del natural desgaste político tras dos décadas en el poder, se explica por las dificultades que tuvo el bloque de izquierda para unificar una candidatura competitiva. En la primera vuelta electoral, la división del bloque de izquierda concretada en la candidatura independiente de Marco Enríquez Ominami, quien renunció al Partido Socialista al ser desplazado por Frei como candidato presidencial de la Concertación, debilitó significativamente la opción de la continuidad oficialista. La desventaja no pudo ser remontada en la segunda vuelta, pese al amplio reconocimiento social sobre el desempeño de la presidencia de Bachelet, en particular su destacada actuación en la coyuntura de la crisis económica mundial.
La campaña por la Presidencia de Piñera generó un total de 75 “compromisos para el cambio” en áreas de la economía, la política y el desarrollo social. Cada compromiso es formulado como un objetivo o un lema. Por ejemplo, “Trabajos dignos para todos y todas”, “No más temor, derrotemos la delincuencia”, “Superar la pobreza ¡es posible!”, “¡Viva la tercera edad!”, “Las mujeres chilenas la llevan”, “Descentralización: Santiago no es Chile”, etcétera. Cada compromiso se desglosa en propuestas concretas, ya sean medidas específicas o bien metas cuantitativas.
Entre los temas más reiterados durante la campaña destacan tres: la recuperación de los niveles de empleo y la generación de oportunidades laborales para los jóvenes. Al respecto se propone: un millón de nuevos empleos con salarios justos y dignos, subsidio al trabajo, respeto a los derechos de los trabajadores, fortalecer los sindicatos y la negociación colectiva, y capacitación permanente.
En materia de seguridad, el presidente electo propone evitar la reincidencia, ampliar la fuerza policial, combatir el narcotráfico, concesionar las prisiones e implementar los programas de “Bono de Asistencia Jurídica” y “Programa Vida Nueva”, el primero para apoyar el acceso a la justicia de la población económicamente vulnerable y el segundo enfocado a la rehabilitación.
Las propuestas en el campo educativo se resumen en los siguientes objetivos y medidas: establecer una red de 50 liceos públicos y gratuitos con nivel de excelencia (los liceos atienden la educación secundaria); incrementar gradualmente la subvención escolar para que en 2018 los centros escolares subvencionados cuenten con el doble de recursos que en la actualidad; otorgar estímulos y premios económicos a los equipos docentes que mejoren la calidad de los aprendizajes; ampliar la cobertura y el horario de los centros de educación preescolar; ampliar el número de becas y créditos escolares para la población escolar de nivel superior, y ampliar la plataforma de cómputo y el acceso a banda ancha en los centros escolares y en los hogares con estudiantes.
Además de las cinco propuestas educativas citadas, cuyo referente es la plataforma oficial de la Concertación ante la elección presidencial, el candidato Piñera abrió otros temas y propuestas en la campaña. Por ejemplo, renovar la dirigencia de las escuelas apoyando a jóvenes preparados y con capacidades de liderazgo; cancelar las carreras de pedagogía no acreditadas y otorgar becas especiales a los estudiantes de pedagogía con los mejores puntajes en pruebas nacionales; establecer una nueva “carrera docente” con evaluaciones trianuales y mejoras salariales vinculadas a resultados; contratar docentes angloparlantes e incentivar la competencia de conocimientos de inglés para todos los profesores; crear estándares nacionales de rendición de cuentas del sector educativo en su conjunto, entre otras.
Otro paquete de propuestas que combina la plataforma laboral y la educativa se enmarca en el compromiso denominado “los jóvenes no pueden esperar”. En concreto, se sugiere el establecimiento de un bono para beneficiar a las empresas y otras instituciones que establezcan programas de capacitación e intermediación entre los centros escolares y los centros de trabajo; se propone la creación de un programa nacional de “servicio joven” para el emprendimiento solidario, y un programa de voluntariado juvenil apoyado con un fondo nacional.
Varias de las propuestas son, en realidad, continuidad de las políticas educativas chilenas de los últimos años, las cuales serían plasmadas y en algunos aspectos renovadas por medio de la reciente Ley General de Educación que, tras un difícil proceso legislativo y con oposición de numerosos grupos de estudiantes y maestros, fue finalmente aprobada en julio de 2009. En consecuencia, las iniciativas de Piñera tendrán que operar en el marco normativo que se acaba de establecer.