Con pie de imprenta de la Universidad de Guadalajara acaba de ser publicado el libro de Roberto Miranda Guerrero titulado Los desheredados. Cultura y consumo cultural de los estudiantes de la Universidad de Guadalajara. Obra póstuma del antropólogo tapatío, prematuramente fallecido, tenía apenas 44 años, en agosto de 2007.

La obra de Miranda Guerrero se concentra, principalmente, en temas de género, cultura y educación superior. Sus estudios destacan, a mi juicio, por un limpio y sólido entrelazamiento entre teoría, método y objeto de investigación, por un ilustrado y no pocas veces erudito conocimiento de los rasgos históricos del tema abordado en cada caso, presente, en particular, en sus trabajos sobre masculinidad, y por una creativa utilización de la perspectiva cultural en la exploración de los fenómenos y procesos universitarios.

La interés por el género quedó plasmado, en primer lugar, en la tesis doctoral del autor La vida al filo de las espadas: familia, matrimonio, sexualidad y elección de pareja en el obispado de Guadalajara 1776-1828, (Ciesas, 2000), y más adelante en artículos como “Exploraciones históricas sobre la masculinidad”, “Homosexualidad, derechos naturales y cultura popular: 1790-1820”, ambos publicados en La Ventana, publicación jaliciense especializada en la temática, el capítulo “La vida de un obrero y la construcción de masculinidad (1890-1940”), publicado en el libro Orden social e indentidad de género, México siglos XIX y XX (Ciesas, 2006), así como el artículo “Mujeres, educación superior e igualdad de género”, en la Revista CPU-e de la Universidad Veracruzana, en el cual el autor combina sus dos principales temas de estudio, el género yla educación superior.

Con respecto a la antropología cultural de la educación superior, las investigaciones de Roberto Miranda abrieron dos vertientes complementarias: la cultura universitaria y las prácticas culturales en la universidad. Sobre la primera vertiente, sobresale el estudio sobre los académicos de la UdeG plasmado en el libro La frustración y la envidia. Política, decisiones y estímulos a la actividad académica (Universidad de Guadalajara, 2005), trabajo ciertamente polémico, que pone el poner el acento en los efectos perversos de la aplicación de las políticas de estímulo docente de los últimos años, y que estimuló un interesante debate sobre el tema. Conviene señalar que, en esta línea de análisis, el autor compartió perspectivas con otro académico reconocido en el tema de políticas universitarias, el doctor Adrián Acosta Silva, también de la Universidad de Guadalajara.

De 2004 a 2006 Roberto Miranda enfocó sus baterías al tema estudiantil. Producto de una investigación basada en una encuesta sobre las características socioeconómicas de la población escolar del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas de la Universidad de Guadalajara, las prácticas y consumos culturales, y la trayectoria escolar del estudiantado, el estudio de Miranda logra una muy interesante radiografía sobre estos aspectos. En particular resalta la indagación acerca de la contribución y el impacto de la institución universitaria en la formación de capital cultural del estudiantado, así como la exploración de diferencias a partir de la condición social de origen, la adscripción por carreras, y las diversas estrategias que despliegan los estudiantes para transitar en el curso de los estudios profesionales.

El estudio combina los resultados estadísticos de la encuesta aplicada a los jóvenes con entrevistas a profesores, directivos y alumnos. A lo largo del libro el material empírico se entreteje para ofrecer varios niveles analíticos, desde el dato objetivo hasta las percepciones subjetivas de los actores implicados. Es a la vez un escrito ameno y académicamente muy sólido.

Está presente, se puede adivinar desde el título de la obra, la aportación sociológica de los franceses Pierre Bourdieu y Jean Claude Passeron, en especial el escrito seminal de estos autores Los herederos. Los estudiantes y la cultura, aunque también aportaciones de otros marcos teóricos, por ejemplo la teoría de las representaciones sociales de Serge Moscovici y el análisis de trayectorias escolares de Vincent Tinto. También se recupera críticamente una porción importante de la bibliografía nacional sobre estudiantes universitarios.

Algunas de las conclusiones que integran los resultados del estudio son descarnadas y debieran alertar a las autoridades universitarias preocupadas por el tema. Por ejemplo: “Los estudiantes han aprendido que pasar de grado es el objetivo y que aprender el contenido de las materias es accesorio. Son variados los hábitos para aprobar las materias, desde el chantaje y la corrupción, pasando por las técnicas de memorización de respuestas y la fabricación de acordeones, hasta las maneras ocultas de copiar las respuestas del compañero y el plagio de trabajos de Internet.” (pág. 228).

Otro ejemplo: “Las prácticas que pudieran fortalecer el capital académico, principalemnte la lectura ylos métodos de investigación, no son comunes entre el estudiantado (…). No leen periódicos ni revistas especializadas y de la biblioteca esperan únicamente información (…). Los jóvenes son más hábiles (en tecnologías de la información) pero éstas en lugar de mejorar el proceso enseñanza-aprendizaje han elevado los costos de transacción porque los jóvenes son más hábiles en el uso de estas tecnologías no para estudiar, sino para aprobar las materias del modo más fácil posible.” (págs. 228-229).

A los especialistas en temas de juventud y estudiantes universitarios el trabajo de Miranda resultará muy útil. Pero todavía más útil a las profesores y las autoridades genuinamente preocupadas por conocer y mejorar los procesos educativos. Vale la pena.